viernes, 25 de julio de 2008

SALA DE ESPERA VI: ¿Sexo sano en mente sana?

SALA DE ESPERA Nº 6. Lo que no llega al consultorio.

Sexo sano ¿En mente sana?

Mario Martínez

¿Pareja estable? Le preguntó el médico.
Nos conocemos hace tres meses, respondió.
¿Pero se cuidan? Volvió a preguntar.
Si, claro. Si.
Lo que Pedro no contó, es que su pareja se llamaba Luis.
Que lo conoció en la fila del banco, que no se imaginaba.
Que se volvieron a encontrar por una excusa que Luis planteó, y que a Pedro le resultó absolutamente posible.
Que después volvieron a verse, ya no recuerda exactamente por qué.
Pero ahí fue cuando comenzó a pensar que eso, con un hombre, nunca le había sucedido. Pero siguió. Igual siguió.
Luis no era su amigo. Era... otra cosa.
Una compañía.
De eso se dio cuenta la primera vez que fueron juntos al cine.
Él hacía rato que estaba solo. Poder comentar la película con otro, reírse con otro, enojarse con otro, fue recuperar algo que extrañaba.
Después, esa noche en el departamento de Luis. Se sintió raro, muy raro.
Salió mareado. Confundido. Enojado.
Se juró que no volvería a verlo.
Es más: al día siguiente lo llamó y se lo dijo.
Luis lo tomó con calma. Se diría con inteligencia.
Le respondió que lo entendía, que se quedara tranquilo, que se tomase un tiempo para pensarlo, o que no pensase en él nunca más. Que estaba bien de todas maneras. Que para él iba a ser un hermoso recuerdo.
Quedó aún más confundido. ¿Cómo hermoso? ¿Qué tenía de hermoso eso?
Eso, precisamente, le dio vueltas en la cabeza los siguientes días.
Pero las vueltas no eran alrededor de la cabeza. Eran dentro de la cabeza, hasta llegar al fondo.
Luego de un tiempo comprendió que quería volver a verlo.
¿Lo extrañaba? Si, eso. Lo extrañaba.
Lo llamó, se lo contó, se reencontraron, Luis lo recibió con una ternura infinita.
De ahí hasta acá, tres meses.
Llenos de dudas. Llenos de amor.
Pareja segura.
Amor estable.
Pedro resolvió que en más o menos tres meses, cuando la relación con su médico fuese estable, y por lo tanto segura, se lo contaría.



Síndrome de amor
(Víctor Heredia – 1994)

Esa rara ilusión de volverse a tocar
a pesar de la angustia y del tiempo,
los volvió a recorrer con perfume de mar
y un aroma a ramitos de incienso.
Pedro puso a sonar aquel disco de Brel,
Juan cerró las pequeñas ventanas,
recordaron su ayer, recordaron la miel
y hasta el alba se dieron sus almas...

Pajarillos de colores, en los campos
que guarda el Señor.

Pedro inventa una fe, casi en fuga de amor,
hace tanto que vive a su lado.
Sabe bien que se van, sabe bien que vendrán
almanaques con días prestados.
Juan prefiere morir aferrado a su piel
y le lava los pies desolado,
por que es duro saber que no hay nada que hacer
y hay un mundo mirando a otro lado...

Pajarillos de colores en los campos
que guarda el Señor.

Cuando salen los dos baja un ángel del sol
y el invierno se vuelve verano,
son dos hombres que van moribundos de amor
a soñar, por los que no soñamos,
que el que muere de amor torna al mundo mejor,
y hay millones muriendo y amando...

Pajarillos de colores en los campos
que guarda el Señor.

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