lunes, 10 de agosto de 2009

Sala de Espera: Lo que no llega al consultorio


Por Mario Martínez

Hacía ya una semana que Wenceslao había ingresado a la sala de internación. Llevaba profundamente marcados en el cuerpo los estigmas del alcohol.
-¡Qué elegante se me vino esta mañana, tordo! Saludaba a cada uno de los médicos del servicio.
Wenceslao era el octavo hijo natural de una mujer que lo crió hasta que pudo. Luego, quedó al cuidado de sus hermanos mayores. Pero fundamentalmente fueron la calle y la miseria sus padres y su familia.
-Dígame la verdad tordo, ya soy un hombre grande, ¿Me parece a mí, o este es mi último carnaval?
Pero les costaba decirle la verdad. O por lo menos una parte. Era demasiado grave y compleja.
Wenceslao hizo en la vida todo lo que se puede hacer para comer. Incluso un par de cosas que no estaban del todo bien. Pero lo que más le gustaba hacer era cantar con la murga de su barrio. Lo hizo mientras tuvo voz.
-¡Y se me fue la gola, tordo! ¡Que se va hacer! Es como dice el tango: cuando la gola se va, ¡Porque yo fama no tuve nunca!
Y estallaba en una risotada.
Su cirrosis hepática estaba muy avanzada. Los médicos esperaban un cuadro neurológico o una hemorragia grave en cualquier momento.
-Tordo: anoche me pareció que la parca me pedía que le hiciera lugar en la catrera ¡Mire si será atorranta esa mina!
Y otra vez la risotada.
Tenía un hijo. Y había tenido varias mujeres. Pero nadie lo venía a visitar.
-¡Qué va hacer, tordo! No supe armar la baraja. Y cuando quise jugar, perdí. ¡Qué va hacer!
Por la noche le diagnosticaron el coma y lo trasladaron a la terapia intensiva. El equipo de profesionales estuvo trabajando hasta el amanecer. No había ninguna esperanza para él, pero todos habían establecido con Wenceslao una relación afectiva muy fuerte.
Esa mañana falleció.
Acomodaron prolijamente sus pocas pertenencias para entregárselas a la familia. Fue entonces cuando vieron ese papelito.
Era un poema murguero, algo así como su testamento:

Ya suena la retirada.
Ya se despide la murga.
Y hay un temblor en la zurda
frío como puñalada.
Que el letrista no se olvide:
¡No quiero recibir flores!
Mándenme siete tambores
cuando el alma se me pire.




Brindis por Pierrot
(Jaime Roos-Raúl Castro)

No lo vieron a Molina
Que no pisa más el bar
Dónde está la Gran Muñeca
Que no trilla el bulevar
Esta noche es de recuerdos
Este brindis por Pierrot
Volverás Mario Benítez
Con tu Línea Maginot
Qué será de los porteños
Ocupando el Liberaij
Qué dirá La Nueva Ola
Empapada de champán
Esta noche es de recuerdos
Este brindis por La Unión
Ahí estás Martíncorena
Escuchando esta canción

Me voy
Como se han ido tantos
Que el recuerdo disfrazó de santos
Y su historia se ha vuelto ilusión
Descubro
El dejo de amargura
Que ni la mejor partitura
Le pudo marcar a mi voz

Se van
Como se han ido tantos
Carnaval les regaló su manto
Su estampa se vuelve canción
Se han ido
Soplando candilejas
Esta noche no tengo ni quejas
Sin embargo el que llora soy yo

No se acuerdan de la Bruta
Con Pianito en su lugar
No me olvido más del ñato
Imitando a Dogomar
Esta noche es de recuerdos
Este brindis por Pierrot
Quedan pocos Sabaleros
Aguantando el mostrador

Te estoy viendo a vos Benítez
En las páginas del Ring
Ni que hablar de un Picho López
Recostado en un casin
Esta noche es de recuerdos
Este brindis por Zelmar
No lo vieron a Molina
Que no pisa más el bar

Me voy
Me voy me vivo yendo
Esta noche me hizo vista el tiempo
En las copas me dieron changüí
Me llevo
Como un capricho burdo
La esperanza escondida en el zurdo
Que el Diablo se apiade de mí

Se van
Se van se siguen yendo
Cuesta abajo los sacude el viento
Como hojas de un sueño otoñal
Levanto
Mi vaso por las dudas
A veces la suerte me ayuda
Nadie golpea al zaguán

Oigan al payaso que canta
Cuántas penas en su garganta
Junto a su copa de licor
Solo
Esta noche no tengo ni tumba
Sin embargo el que canta soy yo

Miren al Pierrot callejero
De la noche fiel compañero
En su mejilla un lagrimón
Brilla
Le ha tocado pasarse la vida
A solas con su corazón.

(Recitado) "Te largan a la cancha sin preguntarte si querés entrar.
Por si fuera poco, de golero; toda una vida tapando agujeros.
Y si en una de esas salís bueno, se tiran al suelo y te cobran penal"

Oigan al payaso que canta
Cuántas penas en su garganta
Junto a su copa de licor
Solo
Esta noche no luce su ropa
Sin embargo le llaman Pierrot

Miren al Pierrot callejero...

(Recitado final improvisado por el "Canario" Luna)
"¿No sentiste, Viruta a los muchachos? Dicen que ando solo, qué saben ellos...
Ellos no saben que siempre al lado mío está el niño Calatrava,
Raviól, que se nos fue hace poco.
A solas sí... a solas pero viviendo la vida, gozándola..."

Oigan al payaso que canta...