por Mario Martínez
-¿Ustedes creen que si lo invitamos a la cena de fin de año nos puede contagiar? Preguntó burlón Mariano.
-Querés dejar de decir pavadas, le contestó Edgardo con muy poco humor.
El que había desencadenado toda esta catarata de frases incómodas era Antonio, el subjefe del servicio de clínica médica.
Cansado de los manejos autoritarios de su jefe, presentó un planteo ético frente a la gremial del hospital.
Ésta se encontró con un caso inédito: tener que someter al juicio de sus pares a quien era nada menos que el hijo del director del hospital.
Al momento de presentar excusas para integrar el tribunal de ética sin dudas se batieron todos los record: desde excluirse por amistad manifiesta (el reglamento nada decía al respecto, pero igual fueron tenidas en cuenta) hasta adelantamiento relámpago de las vacaciones, a fin de poner distancia prudencial con el problema.
Antonio se quedó más solo que Gary Cooper en “A la hora señalada”.
El reglamento de conformación de la gremial del hospital establecía que la minoría ocupaba dos bancas, y fueron precisamente esos dos únicos profesionales los que decidieron encarar el problema seria y responsablemente. Uno de ellos era Edgardo.
Tuvieron que trabajar incansablemente para conseguir reunir unos pocos elementos que pudieran ponerse a consideración del tribunal de ética.
Los compañeros a los cuales convocaban para prestar declaración eran rápidamente interceptados por los socios del poder hegemónico, y disuadidos de concurrir.
Fueron muy pocos, en general aquellos que por muy diversas razones ya habían sido perjudicados en su carrera profesional, los que aceptaron declarar. En algunos casos, inclusive esas razones (inasistencias, impuntualidad) desautorizaban al declarante, debiendo Edgardo y su compañero solicitar las disculpas del caso.
Las semanas y los meses fueron pasando, y la gremial aclaró que el tribunal de ética sesionaría luego de las fiestas de fin de año, para no ensombrecer el espíritu de las mismas. Y lanzó en cambio la invitación para una cena de despedida del año, que se llevaría a cabo ese mismo viernes.
Una cena que, se suponía, debía contribuir a la reconciliación y el reencuentro.
Pero, sin embargo, servía para acentuar aún más los enfrentamientos.
Para hacer las cosas aún más difíciles, la mayoría gobernante en la gremial había comisionado a Edgardo para que distribuyera las invitaciones y confirmara las asistencias.
-¿Entonces, lo invitamos o lo condenamos por anticipado? Redobló la apuesta Mariano.
Edgardo tomó el sobre dirigido a Antonio. Se lo llevaría personalmente. Si Antonio no concurría, él tampoco. Pero no aceptaría más ni un solo excluido.
Se tiran conmigo
(José Lisandro Díaz – Luis Díaz)
Estoy mirando de frente, pasar la vida fulera
Deambulando, sin un cobre, sin tener dónde dormir,
Los amigos no se arriman, se florean con gambetas
La mina no quiere “lola”, se entreveró con un gil.
Los últimos tristes mangos, traté de multiplicarlos
Jugándole a Leguisamo, por un pescuezo perdió,
Y en la carrera siguiente le aposté a Rubén Quinteros
Y el “maestro” sobre el disco, del todo me amasijó.
Y hasta mi viola querida
También se tira conmigo,
Ya no escucho más sus trinos
Sus cuerdas no aguantan más.
Y el patrón de casa, chivo
Mi bulín ha empaquetado,
Sus puertas me ha clausurado
Por no poderle abonar.
Nunca vi en mi vida rea, tanta mishiadura junta,
"No la veo", ni siquiera por una casualidad,
La providencia está ausente y hasta el botón de la esquina
Me mira como diciendo: “¿En qué cosas andarás?”
Pobre, la piba del quiosco, que todas las tardecitas
Me daba los cigarrillos, de sotamanga, al pasar,
Un chabón que nunca falta, hizo correr la bolilla
El viejo la campanea y ya ni puedo fumar.
Y el corazón amurado
Me está tirando la bronca,
Aguantáte, no seas boncha
Que, si no, pierdo la fe.
Si hasta la luz del bulín
Con la contra corre en yunta,
Por falta de “menesunda”
Que se llama... querosén
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1 comentario:
Enriqueta de Barrio Norte: No le gusta mucho el tango pero le encantó la versión de "Yuyo verde" interpretada por Emilia y Julio Siede.
Juana de Paso del Rey: Comenta que para ella el lugar del tango es la ciudad de Buenos Aires, como lo dice el tema que escribió y cantó Gardel: "Mi Buenos Aires querido".
Beba: Pregunta por qué las mujeres son tan maltratadas en las letras del tango.
Graciela de Flores: El tango no es de su época, sin embargo de pequeña escuchaba porque sus padres lo hacían. Ella pregunta ¿Por qué el 80% de los tangos hablan mal de las mujeres?
Marcelo de Isidro Casanova: El cree que el tango en general está basado en los sentimientos de sus autores. Con respecto a la salud él quiere saber si hay enfermedades que la ciencia médica no puede curar.
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