domingo, 7 de diciembre de 2008

Derroche - Ana Belén



SALA DE ESPERA: LO QUE NO LLEGA AL CONSULTORIO

Por Mario Martínez

-Deberíamos retomar entonces los principios de la Atención Primaria de la Salud, dijo un representante de los residentes a la asamblea hospitalaria.
-¿Vos crees entonces necesario cambiar la estrategia? Preguntó una de las enfermeras.
-Yo me refería más bien a que constituya nuestra filosofía, aclaró entonces el residente.
Patricia no pudo evitar preguntarse por qué habría elegido una especialidad que requería siempre ser explicada. ¿Por qué médica de atención primaria?
Cuando uno decía terapia intensiva, casi nadie dudaba de a qué se refería. Recordaba incluso cuando salió un tiempo con un residente de esa especialidad (¡Cuántas cargadas tuvo que soportar de sus compañeros por eso!). Cada vez que alguien preguntaba a qué especialidad se dedicaban, cuando ella contestaba venía irremediablemente la repregunta. Terminaba enredada en un sinnúmero de palabras que confundían y aburrían a todo el mundo. Incluso un poco a ella también.
¿Por qué los que se reunieron en Alma-Ata no habrán hecho una definición más sencilla, más comprensible?
-Había que llenar muchas hojas con muchas palabras, opinaba su amiga Jimena.
-Che, le preguntó su amiga: ¿Te volvió a ver el muchacho ese?
-Viene a la curación regularmente dos veces por semana, como le dije.
-¿Y? ¿Te dijo algo? Volvió a preguntar Jimena.
-Nada, respondió Patricia. –Viene, me mira, me cuenta un montón de cosas, me dice algo lindo, y se va.
-¿Y por qué no lo encarás vos? La desafió Jimena.
Claro, como si fuera tan fácil, pensó Patricia. Y se dio cuenta que Ricardo, así se llamaba el muchacho, también empleaba muchas palabras para llenar el tiempo, pero terminaba diciendo poco, casi nada.
-Tenemos que retomar los ideales de justicia y equidad en el acceso y la atención de la salud, continuaba el residente hablándole a la asamblea.
Patricia reconocía en cambio que su especialidad era insuperable en eso de comprender a la persona que consultaba. Los otros especialistas se sentían atraídos por el diagnóstico. Para ella y sus compañeros, en cambio, toda la persona resultaba atractiva e interesante. Incluso era más atractivo cuidar que tener que curar. Ellos eran especialistas en comprender al otro integralmente.
Por eso estaba segura que lo que tenía Ricardo era timidez. Que si algo o alguien lo alentaban un poco, arrancaría.
-¿Me podrás atender? Preguntó Ricardo cuando ella salió del consultorio.
-¿Y vos? ¿Me atenderías un día de estos a mí? Le disparó Patricia.
El brillo en la mirada de Ricardo le indicó que había hecho vibrar la cuerda adecuada, que las palabras ahora estarían de más, que había llegado la hora de otros lenguajes.


Derroche
Ana Belén. (Veneno para el corazón)

El reloj de cuerda suspendido
el teléfono desconectado
en una mesa dos copas de vino
y a la noche se le fue la mano...
Una luz rosada imaginamos
comenzamos por probar el vino
con mirarnos todo lo dijimos
y a la noche se le fue la mano...
Si supiera contar todo lo que sentí
no quedó un lugar que no anduviera en ti.

Besos, ternura,
qué derroche de amor,
cuánta locura.

Que no acabe esta noche,
ni esta luna de abril
para entrar en el cielo
no es preciso morir.

Besos, ternura,
qué derroche de amor,
cuánta locura.

Parecíamos dos irracionales
que se iban a morir mañana.
Derrochamos no importaba nada
las reservas de los manantiales.
Parecíamos dos irracionales
que se iban a morir mañana,
Si supiera contar todo lo que sentí
no quedó un lugar que no anduviera en ti.

Besos, ternura,
qué derroche de amor,
cuánta locura.
Besos, ternura,
y la noche es testigo
de esta inmensa locura.
Besos, ternura,
nuestra ruta de amor
se convierte en ternura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Rosa de San Cristobal: Tiene PAMI y recibe una muy mala atención. El médico de cabecera atiende de vez en cuando y no va a domicilio. Una vez ella llamó a la guardia y le diagnosticaron una gripe cuando tenía neumonía.