lunes, 5 de enero de 2009

Sala de Espera. Lo que no llega al Consultorio

Por Mario Martínez

Apelando una vez más a la memoria de nuestros radio-escuchas, en el episodio anterior se estaba llevando a cabo la cena de camaradería entre el personal del hospital, aquel en el que Antonio, el subjefe de clínica médica, había presentado ante la gremial profesional un planteo ético contra el jefe de su mismo servicio, siendo este último el hijo del director del hospital.
El tribunal de ética se encontraba sesionando, tal como lo había anunciado, una vez superadas las fiestas de fin de año. Estaba integrado por tres personas: el Dr. García, jefe de cirugía, en carácter de presidente del tribunal, el Dr. Lezama, jefe de radiología y la Lic. Girolamo, jefa de laboratorio.
Si bien Edgardo, el representante de la minoría, no era integrante del tribunal, en su condición de vocal podía participar con voz pero sin voto.
Tomó la palabra el presidente del tribunal: -Colegas, hemos reunido los antecedentes del caso, y se han recibido todos los aportes. Tuvimos tiempo de leer el material, resta que nos expidamos. Los invito a dar su parecer al respecto, luego yo daré el mío personal.
-El subjefe del servicio de clínica médica, arrancó la jefa de laboratorio, plantea que su jefe tiene comportamientos autoritarios, ya que basa sus decisiones en sus personales impresiones y gustos, sin tener en cuenta los antecedentes y capacidades de los integrantes del servicio. Lo dice no solo por haberlo padecido personalmente, sino incluso por otros casos vinculados a distintos integrantes del servicio. Pero la lectura de los testimonios no permite aseverar esos dichos. Solo uno de los declarantes confirmó que fue postergado en una promoción en la que satisfizo largamente los requisitos.
-Bueno, intervino el jefe de radiología, en un caso como el que nos ocupa el número no debiera ser el primer criterio. Aún un solo testimonio a favor debiera hacernos pensar que la denuncia está en lo cierto. ¿Vos García, qué opinás?
-La Lic. Girolamo hace referencia a que, habiéndose tomado varias declaraciones, solo una confirma la denuncia. En lo personal también me parece que para decidir una sanción de tipo ético el número es relevante.
-Si me permiten, intervino Edgardo, me gustaría que conste en actas que el número de declaraciones que no apoyan la denuncia fueron tres. Esto es, hay un total de cuatro declaraciones, una confirmando la denuncia, y tres no.
-Pero doctor, lo chicaneó el presidente, ¿Entonces usted no cree en la soberanía de las mayorías?
-Por supuesto que si doctor. Por eso opino que cuatro declaraciones, en una institución donde trabajan más de doscientas personas, son poco representativas.
-De todas maneras, es el material con el que contamos, y lo único que debe decidir nuestro veredicto. Yo reitero que opino igual que la Lic. Girolamo, por lo tanto, dejaríamos sin efecto la denuncia.
Edgardo recordó cuando un gran número de sus compañeros lo propuso para formar parte de la gremial. ¿Dónde estaban ahora? ¿Por qué se sentía tan solo?


Desencuentro(Cátulo Castillo y Aníbal Carmelo Troilo)

Estás desorientado y no sabés
qué “trole” hay que tomar para seguir.
Y en ese desencuentro con la fe
querés cruzar el mar y no podés.
La araña que salvaste te picó
¡Qué vas a hacer!
Y el hombre que ayudaste te hizo mal
¡Dale que va!
Y todo el carnaval
gritando pisoteó
la mano fraternal
que Dios te dio.

¡Qué desencuentro!
¡Si hasta Dios está lejano!
Sangrás por dentro,
todo es cuento, todo es vil.
En un corso a contramano
un grupí trampeó a Jesús…
No te fíes ni de tu hermano,
se te cuelgan de la cruz…

Quisiste con ternura, y el amor
te devoró de atrás hasta el riñón.
Se rieron de tu abrazo y ahí nomás
te hundieron con rencor todo el arpón
Amargo desencuentro, porque ves
que es al revés…
Creíste en la honradez y en la moral…
¡Qué estupidez!
Por eso en tu total
fracaso de vivir,
ni el tiro del final
te va a salir.

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