sábado, 20 de septiembre de 2008

Sala de espera. Lo que no llega al consultorio


Salud y Juventud

Mario Martínez

Arturo es Trabajador Social. Está encargado de los pacientes con diabetes que concurren el Servicio de Endocrinología del Hospital.
Su trabajo le gusta, pero lo que realmente lo entusiasma es el trabajo con los jóvenes.
Cuando comenzó a relacionarse con ellos, creyó que se encontraría con cuadros desgarradores, y dudó si podría afrontarlos. Para su grata sorpresa, los chicos, como prefería llamarlos, le daban constantemente lecciones de vida y entusiasmo.
Precisamente en ese momento se encontraba entrevistando a un chico de diecisiete años, que concurría desde hacía dos al Servicio.
-¿Por qué no vino tu viejo hoy?
-Nos peleamos.
-¿Y ahora por qué fue?
-No le gusta la música que escucho.
Vos también, pensó para si Arturo.
Y no pudo evitar remontarse a su propia juventud, alejada casi cincuenta años.
En aquella época no estaban de moda los viajes de egresados, pero junto a sus compañeros de quinto año habían decidido dar una gran fiesta para la promoción, sus familiares y amigos.
Habían hablado con la gente de la Sociedad de Fomento, los que les cederían el local.
Todo iba muy bien, hasta que uno de los chicos dijo de contratar a aquella banda de rock.
Las madres amenazaron directamente con impedir que sus hijas concurrieran, aduciendo que no era sano para ellas mezclarse con “esos melenudos”, como gustaban referirse a los músicos.
Los padres en cambio, opinaban por lo bajo que se trataba de una manga de drogadictos.
Las negociaciones se pusieron durísimas, amenazando con hacer fracasar la fiesta, y con ello la alegría que los chicos querían compartir.
Fue notable la influencia que las hijas lograron tener con sus padres. Muchos años después, Arturo confirmaría que la opinión de una hija sobre un padre puede decidir asuntos importantísimos, llegando incluso a escuchar blandir ese criterio a un Vicepresidente, para fundamentar su voto no positivo.
El caso es que, poco a poco, los adultos fueron cediendo, la fiesta tuvo lugar, y la banda de rock hizo las delicias de la concurrencia juvenil, como acostumbraban a decir los locutores en aquella época.
Arturo incluso formó parte de la comisión encargada de la contratación de los músicos. Para él, resultaron ser pibes macanudos. Pero ¿Quién podía contra un prejuicio?
Su padre se limitó a preguntarle -¿Y de dónde es el flaquito de campera y patillas?
-Dicen que de Valentín Alsina.
Música de rock and roll
(Chuck Berry)
Interpretado por John Lennon en Beatles for Sale en 1964.
Interpretado por Sandro en Al calor de Sandro y los de Fuego en 1965.

Te invitaré a bailar el rock and roll, nena
bailaremos como gustes
en el lugar que tú prefieras
al estilo que tú quieras
su compás gustar podrías
si lo vienes a bailar
si lo vienes a bailar.

Cuando comiences a mover los pies
tu cuerpo entero se estremecerá
su melodía pronto gustarás
y de mi furia te contagiarás.

Te invitaré…

Cuando bailamos tango, mambo y twist
toda la gente se apura a aplaudir
pero si el rock salimos a bailar
nadie en la pista quiere ya salir.

Te invitaré…

El frenesí del tropical a mí
con otro ritmo no lo consiguió
es un imán que ya nos atrapó
en esa trampa caímos tú y yo.

Te invitaré…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Graciela de Flores: En la primavera se renueva la juventud. Así que a partir del domingo las hormonas van a florecer y nos vamos a sentir todos más jóvenes.