sábado, 6 de septiembre de 2008
Sala de espera. Lo que no llega al consultorio
Salud y Arte
Mario Martínez
Viviana era ahora la subjefa del servicio de clínica médica. El merecido reconocimiento a veinte años de trabajo.
Significaba también una mejora en sus ingresos. Y tener mayor previsión sobre su tiempo.
-Es el momento justo para que te busques un novio, le dijo su amiga Haydee.
Viviana llevaba cinco años divorciada. Hasta un año atrás vivía con su hija Sandra, pero al elegir estudios universitarios, la muchacha se inclinó por la tecnología de los alimentos. Por ese motivo se fue a vivir a la ciudad de Azul. Y Viviana quedó sola.
La soledad no le molestaba. Pero las reuniones con los compañeros del Hospital hacían que se sintiera un tanto extraña cuando todos los otros iban en pareja. Joven para ser viuda, se veía obligada a dar explicaciones que casi siempre la incomodaban.
Se ocupó en decidir como usar el tiempo libre que ahora tenía para cambiar en algo su vida. Siempre había sentido atracción por ciertas actividades artísticas, pero nunca se había permitido participar en ellas. Por otra parte, si bien recomendaba a todo el mundo realizar ejercicios, nunca encontraba tiempo para los propios.
Concluyó que la danza-jazz le permitiría realizarse en ambos aspectos.
Habló con la profesora y esta la tranquilizó respecto a la intensidad de los ejercicios.
-No te preocupes, vos empezás de cero, vamos despacio.
Y así fueron las dos primeras clases. En la tercera Viviana se sintió desafiada por sus compañeras. Estas le imprimían a sus movimientos una energía que ella dudaba tener, por lo que decidió no quedarse atrás.
-Despacio Viviana, no te apures, le aconsejó la profesora.
Pero el orgullo pudo más. Tanto así, que en un giro de la cintura sintió un espantoso tirón en la espalda. Tuvo que ir a recostarse a una colchoneta. Esa noche, a pesar de los analgésicos, casi no durmió. A la mañana siguiente estaba siendo revisada por el traumatólogo de la guardia de su Hospital.
-No te preocupes Viviana, con unas sesiones de kinesioterapia vas a reponerte pronto.
Al día siguiente se encontraba recostada sobre la camilla del Kinesiólogo. Era un joven al que no conocía mucho. Cuando Haydee se enteró se le iluminó la cara.
-¡Mirá que tenes suerte! ¿Ese pibe te tocó?
Viviana no lo había pensado de esa manera la primera vez, pero la segunda no pudo evitar dejarse llevar por esas jóvenes manos que recorrían su espalda. Como hacía tanto tiempo que manos masculinas no lo hacían. Provocando que su piel se erizara. Despertando ensoñaciones. Recuperando sensaciones olvidadas. Haciéndola recordar un placer que no sabía donde había perdido. Deseando que, ojalá, ese pibe siguiera tocándola por mucho tiempo.
Caballo Viejo
Simón Díaz
Cuando el amor llega así de esta manera
uno no se da ni cuenta
el carutal reverdece y guamachito florece
y la soga se revienta.
Caballo le dan sabana
porque esta viejo y cansado
pero no se dan ni cuenta
que un corazón amarrado
cuando le sueltan las riendas
es caballo desbocado
Y si una potra alazana
Caballo viejo se encuentra
el pecho se le desgrana
y no le hace caso a falsetas
y no le obedece a frenos
ni lo paran falsas riendas
Cuando el amor llega así de esta manera
uno no tiene la culpa
quererse no tiene horario
ni fecha en el calendario
cuando las ganas se juntan.
Caballo le dan sabana
y tiene el tiempo contado
y se va por la sabana
con su pasito apurado
a verse con su potranca
que lo tiene embarbascado
El potro da tiempo al tiempo
porque le sobra la edad
caballo viejo no puede
perder la flor que le dan
por que después de esta vida
no hay otra oportunidad.
Vocabulario:
Carutal: conjunto de carutos (genipa caruto) árbol sabanero del cual se extrae el pigmento azul que se utiliza en la pintura corporal.
Guamachito: (pereskia guamacho) cactus de hoja, típico de los llanos.
Falsetas: rienda de lazo que va al bozal. Soga corta para amarrar los caballos.
Embarbascado: persona que se encuentra bajo los efectos de una droga alucinógena.
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1 comentario:
Luisa de Palermo: le gustó mucho LoCoral. Y considera que el arte es salud porque le permite a uno expresarse y disfrutar de la vida.
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